sábado, 10 de diciembre de 2011

SiDueléctreMalí

La última vez que se miró fue en el momento que le escupió soledad al abismo. También fue la última vez que pudo escuchar el susurro del silencio de las babosas alas, aquellas insertadas en las espaldas de los caracoles voladores que escapaban del fondo, como intuyendo el final de aquel sueño. El último que recordaría.
Al abrir los ojos estaba en la silla, y antes de poder saber si en realidad había despertado, un impulso eléctrico en su columna lo volvió a dormir.
Los malditos caracoles regresaron al abismo. Ahora él mismo era un caracol atraído por la oscuridad, en medio de un fuerte silencio. El sueño y la realidad habían terminado, solo existía el hoyo que todo lo mira. Solos quedaba el barranco de luz.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Pagliacci Sonato

Caminó, caminó y caminó.
Cuando llegó al otro lado de la frontera ya no tenía color, ni siquiera blanco o negro. Solo le quedaban un par de zapatos viejos, aquellos que un niño manchó, por accidente, de helado de limón. No era él sino su mundo, no era un payaso luchando contra la melancolía, sino un país gris que se burlaba del otro lado, donde él reía. Es así como mueren los arlequines, en un cuadro de carboncillo, en una ventana sucia, en un camino descolorido. Adiós Sonato, una voz tenue dijo, mientras Pagliacci, sin despegar los ojos de sus grandes zapatos, se quedó parado en aquel día frío.
Abrió los ojos, el camino aún no había terminado. A pesar de la lluvia su rostro continuaba pintado. No le quedaba más que seguir caminando.

lunes, 31 de octubre de 2011

Irremediada Ilusión

Eran dos hermanos, hombro a hombro, acostados, mirando el fuerte fulgor de las estrellas.
Inesperadamente, el menor, rompiendo el frío susurro del viento, pregunta:
-¿Recuerdas aquel día en el que la ilusión se hizo realidad?
A lo que el otro responde:
-No
Desconcertado, el chiquillo, lo observa un momento.
- ¿Por qué no?
Sin mirada alguna, adulando al silencio, aquella voz familiar dice ronca y lentamente:
- ¡Porque tú aún estas soñando!...
Sin notarlo, el muchacho despierta, mira con detalle su alrededor, el reflejo de las velas sobre el negro ataud, similar al cielo nocturno, las lagrimas que cáen sobre el suelo como gotas de lluvia, los apretones de mano, que remontan a nogocios pactados. Se da cuenta que continúa encerrado. Se da cuenta que está en la realidad. Se da cuenta que él sabe, y está seguro, de la existencia de su hermano.

domingo, 2 de octubre de 2011

Conjuro: ¿Quién eres?

Hola. ¿Cómo vas? Te hallé hace poco. Te he visto por minutos y mis ojos no pueden recordar otro rostro.
Hola ¿Qué sientes? Ayer te lo pregunte sin palabras. Pero ahora recuerdo que sin ellas tú no me hablas
Hola ¿Qué haces? Hoy te olvidé. Es que descubrí que para a encontrarte nuevamente necesito perderte eternamente.
Adiós. ¿Estarás bien? Mañana te buscaré. Me tropiece contigo o tu conmigo, estaremos recorriendo el mundo, en este camino.

Relatividad

A veces debemos ser marionetas de nuestro propio presente, aunque eso nos recuerde, en el futuro, que no siempre fuimos libres, en el pasado, antes de la inminente muerte.

Conversación

Y empezaré a besar tus pies en busca de tu boca,
no pararé hasta encontrarle,
ten cuidado, en el camino,
mis labios pueden desviarse,
a ese lugar equivocado, uno que mas me provoca.

El Suicidio de Una Gota de Lluvia

¡Que soy un Ángel!... ¿Por qué soy un Ángel?... ¿Por qué, si lo soy, no siento alas a mi alcance? ¿Por qué es que veo el cielo tan lejano, y no lo alcanzo con solo estirar mi mano? ¿Por qué miento, engaño, sufro y suspiro cada vez que mi vida pende de un hilo? ¿Por qué sigo imaginando un demonio cada mañana en el reflejo de mi ventana? ¿Por qué la humanidad no me importa y me sigue pareciendo una simple excusa del cómo alguien se comporta? ¿Por qué sigo pensando que vivo en un infierno plagado de alimañas sin cabeza y de animales sin conciencia? ¿Por qué me continúo imaginando que la muerte no es una condena eterna sino simple cuestión de suerte? ¿Por qué se que moriré y que nada puedo hacer? ¿Soy un Ángel? ¿Aún crees que lo soy?... Bueno, pues no me importa. Solo seguiré viviendo, me seguiré llamando así y seguirá viviendo aquí. Hasta que la vida de alguien pueda salvar; hasta que, en una vida, alguien me pueda salvar. De este momento, de este enorme tormento, que a todos nos arde, que a todos nos duele, que a todos no mantiene en este mundo de amantes. Tan solo caeré, caeré y caeré y cuando toque el suelo sabré que me suicidé.

Libro Origen de las Especies. Único Capítulo. Único Versículo. Según Ren (Yen-Li)

Y el nuevo Mecías cayó del Cielo. Eliminó, quemándolo, el 25 de Diciembre del recuerdo y los ojos de la Humanidad. El infierno hace fiesta. Ahora si hay Paraíso en la Tierra. Sin dioses, sin demonios. El hombre ahora solo cree en sí mismo, en su propio asteroide prometido, aquel que destruyo los templos, aquel que los salvó del pecado.

1

En el fondo la encontró. No se movía, no hablaba, solo lo miraba. Él se dio cuenta de lo que pasaba de inmediato: su gran ilusión ahora lloraba. Sus lágrimas no podían ser vistas ya que por dentro una laguna se formaba. Aquel hombre, por desesperación, trató de darle calor. Ella, viendo su caducada muerte ya pactada, quiso dar una señal de vida. El fuego de sal que en su interior quemaba, unas pocas gotas de agua convirtió en gas. Sus manos, con intensidad la abrazaron, la tocaron, pero la desesperación de la impotencia hacía que él también muriera. En sus ojos dos nubes negras, ¿será por su maquillaje o por la oscura  visión de sus sueños? El sol ya empezaba a salir, y la aquella vida comenzaba a ponerse. De repente, cuando la esperanza ya estaba dada por perdida, un rayo de luz se filtró por su pupila, el reflejo cruzó por los parpados, rozando levemente aquellos limbos. El hombre, ahora chico, miraba atónito lo que pasaba: Un hermoso arcoíris se reflejaba, y buscando puerto entre sus labios se posó mientras el último aliento se escapaba. Aquel chico, ahora niño, no tuvo reacción, simplemente la besó, la besó sin cerrar las pestañas para buscar oro entre sus ojos, la besó de manera ferviente encontrando duendes entre sus dientes, la besó tomando fuerte su cabeza para no olvidar el rostro de su amada pareja, la besó sin querer parar, sabiendo que ese beso no se repetirá jamás. Dos segundos después el mundo había perdido otra existencia, el ataúd estaba cerrado, el hueco tapado, y el niño ahora viejo circula, con una pala en su hombro, cantando al viento: Espero morir ahogado, con mis propias lagrimas tapado, ahora que puedo llorar por dentro se que ese llanto no puede ser secado, que por el sol no puede ser tocado. Cuando lo encontré, seguía cavando en busca de su amor precisamente, él buscaba a la Muerte.

Crimen perfecto

... Entonces Miguel le preguntó:
¿Porqué ser Dios sin Humanidad?
A lo que Él le contestó:
Porque lo mejor de ser Dios es el tener el poder de destruir tu creación.
Además con eso te aseguras que nadie quiera usurpar tu trono...
Miguel, ya sin alas, se inmoló a la Tierra, adelantando el evento, en el que sería asesinado por el Ser Supremo, al igual que toda su preciada Humanidad.

Destino

La Luna plantó una blanca sonrisa en el cielo nocturno. Las estrellas, sus fieles compañeras, le preguntaron la razón de su intensa felicidad. A lo que ella respondió levantando la mirada hacia el reflejo de luz en el oscuro espacio. Nostálgica, pero segura, abrió la boca y refiriéndose al horizonte dijo: -ya te soñé, ahora solo me falta conocerte-. Y así, una vez más, el astro se volvió a ocultar, esperando encontrarse con su amor eterno, esperando emocionada ver nuevamente al Sol.

Que Ausencia

Según cuenta aquella tan conocida leyenda, que en algún siglo Alguien Creó en el azar de sus palabras, que las estrellas fueron los primeros ángeles que el hombre pudo ver en todos los cielos, y que los gusanos fueron los originales demonios que sus pies siempre trataron de tentar, la primera idea del humano fue su primer sueño, y que tuvieron que pasar miles de años hasta que la pueda ver dibujada en el piso.
Luego, otra leyenda, creada por el único monje que examinó la anterior, propuso una interrogante en la humanidad ¿de qué sirven infinitos ángeles, si están sobre nuestras cabezas, qué utilidad tienen tantos demonios si solo tocan nuestros pies, a qué llevan tantos sueños si al final siempre terminan escritos sobre la tierra, en qué ayuda crear leyendas si siempre estarán solo en la inconsciencia?
Un tercero, utilizando su tecnología respondió:…

¿Quiero Alma?

Estaba ahí. Se quito los colmillos para no matar a su futuro. ¿Cómo ser un vampiro ahora? Era lo único que sabía hacer. Tan patético sentado frente a ese baso de amplio fondo, sin poder tocarlo, sin poder tomar su liquido. Tan patético sentado en ese lugar tan oscuro, sin poder moverse ya que hasta las luces de las velas planeaban su muerte. Tan iluso tratando de ser ese humano que no es, que inconsciencia intentar ser el peor monstruo que mata el fuego y quema su alma. Ahora no es ni monstruo ni humano. Ahora solo es él, y ella no lo sabe.

Aunque (no) lo hagas

Es un día común y corriente, ¿no?: el sol suena de manera distinta, la Luna ya (no) está, y el calor se levanta hasta más de un metro sobre el suelo, a la vista de cualquier Hombre. (No) me doy cuenta ahora: en realidad mi consciencia (no) se encuentra en mí. Está ahí, parada diciéndome todo lo que por años (no) he callado. Es tan hermosa, tan disparatada, tan juvenil, tan mía. Pero (no) es mi consciencia, y todo hombre sabe que (no) se puede enamorar de esa parte de su mente. Así que le digo adiós nuevamente y (no) continúo soñando con mi propio infierno que cada vez se apaga. (No) Le doy la espalda, ¿o mi nuca tal vez? continúo hasta donde me lleven mis patas. Al fin y al cabo, Ella sabe el camino ¿no?

¿Acertijo?

Un hombre, que había caminando por su destino por varios años, se dio cuenta que al final de su viaje se encontraba un barranco que no podía atravesar por mucho que intentara. Ya casi muerto del cansancio se rindió. Su vida y su tiempo lo tomaron cada uno por un hombro, lo condujeron hacia el inicio de la ronda. Ellos desaparecieron al llegar. Cuando despertó, el hombre entendió que debía volver a elegir su dirección. Pero ¿qué camino escoge si solo hay uno en el horizonte?  

Anamnesis

Necesito tus besos, tus caricias, tus abrazos, tu mirada, tus palabras, tu sonrisa, tu cuerpo. Pero hay un problema, que apenas parecerá pequeño: no sé quién eres. Ni siquiera estoy seguro que existas... ¿Estás ahí?... responde si me escuchas... responde aunque sepas que no existes... Adiós amor platónico, nos volveremos a encontrar en mi recuerdo, vivirás por siempre en mi locura.

lunes, 30 de mayo de 2011

Horizonte de Luces

Su vida la consiguió, ella sola. Desde pequeña soñaba con las estrellas, las miraba, las analizaba, trataba de buscar algo en esa infinita oscuridad adornada de luz, pero no podía descifrar que era. Creció sin olvidar que aún le faltaba que algo había sin indagar en el cielo, y con el sentimiento permanente de no dejar su existencia hasta que pueda encontrarlo. Con esfuerzo llegó convertirse en astrónoma, su presente giraba solo en eso, en sus estudios, en antiguas propuestas, en cosas que no parecían reales. A pesar que pasaba casi todo el tiempo entre planetarios, telescopios, mapas astrales, y cálculos, consiguió formar una familia. Pero, tras un par de años, todos se fueron. Ella ni siquiera lo notó, siempre se mantuvo mirando hacia arriba. Un día, en un arrebato desesperado de encontrar la razón de su búsqueda, decidió olvidar su ciencia, así que fue al abrigo del misticismo astronómico, fue guiada por una Epifanía, ésta la llevó al cielo, primero fue un ligero impulso en los pies, luego, con cada segundo que pasaba, su cuerpo era poseído por una extraña atracción al vacio, semejante al caer en un abismo, solo que esta vez era hacia sus amadas estrellas; de repente, despertó. Su revelación se había convertido en un fantástico espejismo, tan fantástico que no valía la pena su estudio o análisis. Después de eso pensó que su trabajo debía ser más arduo. Pasó varios años, en un observatorio, mirando al limbo, casi sin comer, casi sin dormir. Al cumplirse una década de su esforzada reclusión, se dio por vencida. Con lágrimas quemándole la cara, descubrió que lo que buscaba no estaba en las estrellas, pero que el cielo lo contenía. Salió desesperada, sin saber a dónde ir, estuvo varios días vagando por las calles en su auto, sin dejar de mirar sobre su cabeza. No entendía su obsesión, nadie lo hacía, pero todo acabó esa noche. Fue aquella en la que al fin miro a la tierra, su camino, ahí estaba su gran repuesta en algo que las personas a su alrededor ignoraban: era una larga avenida; a sus costados, en perfecta alineación paralela, se encontraban sembrados arboles muy frondosos, y sobre ellos, en el mismo orden, habían brillado intensamente cientos de faroles dobles, todos seguían en sucesión hacia la cima de una larga pendiente, sin que ninguno saliera del lugar que le correspondía. Había entendió ahora. Trataba de abrir más los ojos para admirar mejor lo que veía, pero el sueño de diez años los cerraban con más fuerza; intentó escuchar a su alrededor, pero la costumbre de tan solo observar la silenció; quiso gritar su descubrimiento, pero el hambre de tanto tiempo la cayó. Entonces, un pequeño impulso en su espalda, la paralizó e hizo que sus piernas ya no respondieran, su pie se volvió peso muerto sobre el acelerador, cada vez la velocidad era más fuerte, parecía que la gravedad no existía, seguía subiendo aquella pendiente. Los faroles se convertían en estrellas fugaces, y, entre todos, formaban un camino. Ella al fin era parte de ese mundo, desde lejos, dicen los que la vieron por última vez, parecía que las luces de su auto se confundían con las bombillas de los postes. Hasta ahora, nadie sabe lo que pasó esa noche. Cuando los bomberos buscaron entre los fierros retorcidos del auto no encontraron nada. Así que se dice que, en la cima de aquella colina, por la negrura de su pavimento confundida con el cielo, alumbrada por un camino de cientos de estrellas titilantes, ya solo se veían las luces de la ambulancia vacía; pero también dicen que, si se miraba desde el inicio del sendero, se veía una nueva estrella azul, purpura y roja; la cual brillaba, entre sus últimas hermanas, con más intensidad que las otras, formando la única constelación que vive en la tierra y muere en el horizonte.

domingo, 8 de mayo de 2011

¿Quién eres Tiempo?

Caía la noche, no había luz en la casa. Habíamos acordado encontrarnos
al medio día, pero no llegó. Ahora no podía dormir, o despertar
siquiera, ya que mi esquizofrenia me había abandonado y el silencio,
ruido tan desesperante en su vacío, me reventaba el cerebro
confundiendo mi percepción de realidad. Con anterioridad había estado
frente a frente con él, pero en realidad no conocía su rostro. De
repente, entre el infinito túnel de oscuridad, sonaron sus pasos. Mis
nervios no me permitían hablar, mi cuerpo se sentía muy pequeño,
cuando estuve dispuesto a pronunciar palabra, de mi boca solo salieron
balbuceos sin sentido, incluso me pareció que aun no conocía el
lenguaje. Cuando empezaba a desesperarme por la bochornosa escena, el
mutis de mente se apagó, el Tiempo fue el primero en saludar. Se
disculpó por su retraso, dijo que en su trabajo no importaba mucho la
hora. Por la grumosa penumbra no podía ver mas que dos brazos, sus
manos se sostenían entrelazando los dedos, formaban una pirámide en
cuanto a la ubicación de los codos asentados en el aire, desde sus
palmas se desprendía una hilacha de arena que desaparecía al llegar a
la base. Me explicó que, por razones ajenas a él y a mi, solo
podríamos comunicarnos de forma mental. Admito que tuve que hacer
algunas pruebas antes de acostumbrarme a hablar le a mi mente sin
pensar en una respuesta que impida escucharlo con claridad. Él esperó
con paciencia.

¿De qué manera estarías comodo que te trate?

Dime como tú me conoces, creo que es mejor, nos ahorraríamos milenos
de historia y filosofía, además mi nombre no importa mucho, y no es
muy diferente a como tú me llamas.
Bueno, entonces Tiempo serás. Y dime ¿Desde cuándo haces este trabajo?
Es una pregunta un tanto difícil de contestar. Según sé, existo como
“Tiempo” desde un instante antes del Big Bang, pero en realidad
recuerdo escenas mucho antes de que esto pasara. Entenderás que para
mi es difícil explicar desde cuando existo a alguien que me considera
en segundos, minutos, horas, años, milenios, etc. Ni yo conozco la
medida de mi edad. Además suelo confundirme cuando pienso en eso, ya
que en el límite del universo aún no he nacido, en centro no me
conocen, y muchos, en este mundo, aseguran que nací con dos Humanos
que luego poblaron la tierra.

¿En qué consiste tu trabajo?

No es algo tan difícil, solamente tengo que caminar, caminar y
caminar, esa es la razón por la que no puedes ver mis pies, por que en
este preciso momento estoy caminando, en tu mundo, en el mío, el de
los otros, yo me muevo cuando todos se mueven, yo estoy en donde todos
están. Pero eso sí, tengo dos reglas muy estrictas que no puedo dejar
de cumplir: La primera es que nunca puedo dejar de caminar, y la
segunda es que nunca puedo regresar por un camino ya recorrido, eso lo
tengo claro desde el principió. Aunque te admito que he hecho mis
excepciones, una vez fui tentado a detenerme para observar cómo un tal
Virgilio dirigía a un hombre por un camino hacia el Paraíso; en otra
ocasión decidí hacer un experimento con un hermoso hombre que no
quería envejecer, así que asenté mis pasos sobre uno de sus retratos;
y la ultima ves quise saber que pasaría si trataba de borrar un mal
paso que di, ahora aquel Marqués ya no existe. Basta con decir que
todas estas ocasiones todo resulto un desastre, y, hasta donde tú
sabías, nada de esos hechos fue realidad.

¿Te gusta tu trabajo?

Me gusta mucho, no tienes idea de cuantas cosas he visto y cuantas
veré. Una vez, me asombré de un individuo que trató de encontrarme
matemáticamente, casi lo logró, pero, en mi fascinación, había
olvidado que era un hombre, y, con mi caminar, era inminente su
muerte. Lástima, me hubiera gusta tener un poco de compañía.

Me hablaste de la muerte ¿Qué es?

La muerte es lo más grande y monstruoso que nunca podrás imaginarte.
Es una jovencita impertinente que se ha ensañado en hacerme la
existencia complicada, pero lo que ella no sabe es que nació de mi y,
por eso, vive de mí, es como lo que tú llamas un parásito. La verdad
no me puedo deshacer de ella, ya que aún sigue siendo parte de mí ser.

¿Conoces a Dios?

¿A cuál de todos? Recuerda que incluso yo he sido Dios.

Mmm… Al Católico, que es el más conocido en donde yo vivo

La verdad, he oído hablar mucho de él. Hasta don de sé, vive en el
Paraíso, y ahí no se me permite la entrada. Alguna vez lo vi de joven,
era brillante, tenía ideas muy revolucionarias, casi extremistas, a
cerca de cambiar la existencia y su finalidad. Al final no nos pudimos
poner de acuerdo así que el creó su mundo sin mi y yo solo sigo
caminando.

¿Qué me dices de la humanidad? ¿Como te llevas con ella?

Si te soy sincero, no me llevo muy bien con ella, he tenido muchos
problemas, o mejor dicho, ella tiene problemas conmigo. Creo que aún
no me conocen bien, no entienden mi trabajo y lo necesario que es para
que ellos lleguen y hayan llegado a lo que son ahora. Eso se refleja
en las tantas teorías que hay de mí en sus libros de sabiduría: muchos
me confunden con el destino, otros me cortan de él; unos dicen que soy
eterno, otros me confunden con la muerte; unos dicen que soy Dios,
otros piensan que no existo.

¿Quién eres Tiempo?



No volví a escuchar su voz. Entre una gran ventisca, pude observar que
sus codos se levantaron mostrándome, en un mismo impulso, dos tatuajes
en los brazos, el de la izquierda decía “futuro” y el de la derecha
“pasado”. Sus dedos seguían entrelazados y sus manos fijas una con la
otra. Ya no podía ver nada más.
De repente al abrir los ojos, me encontraba en mi casa, la luz entraba
incesante por la ventana, miré el reloj, era el medio día, las
manecillas empezaban a andar, y no se cuanto duró mi entrevista.

domingo, 24 de abril de 2011

Realidad sin Magia

Y solo bastó un segundo para que aquel niño destruyera el recuerdo falso que sus padres habían creado en su mente. En su pupila se reflejo aquel atardecer en el que su padre, armado de un grueso diccionario, demostró que la magia no era verdadera y lo único que existía era la realidad. -Si lo decía un libro debía ser cierto-, pensó el muchacho. Ahora estaba plantado, en el fango, viendo cómo todas sus esperanzas morían con aquel pasado. Una simple larva de una mariposa le demostró que su padre tenía razón. Su niñez se fue con esa pequeña silueta del color del limón, de cuerpo alargado moviéndose con la ayuda de varias patas, de cabeza puntiaguda de la que se deprendían espinas apuntando a su cola. Esa pequeña criatura era muy delicada, pero tenía una fuerza que nadie conocía, a sus espaldas estaban milenios de historia china, de leyendas aztecas, de mitología egipcia, de ideología incásica, todo el mundo se movía en el rastro, de aquella hoja, donde se posaba la oruga. El niñito tuvo el placer de ver su crisálida y, de ella, nacer una mariposa, pero nada fue tan hermoso como aquel épico crio previo, al que nadie prestaba atención, al que muchos miraban con decepción. Al regresar a casa, le preguntaron si había descubierto algo nuevo y, en un infantil silogismo de los dos únicos recuerdos de este viaje, respondió:-Que la magia no es verdadera, que lo único que existe es la realidad, y que mientras sepa que una mariposa vuela en algún lugar del mundo, sabrá que alguna vez existió un dragón-. Y se fue mirando al verde horizonte, tratando de encontrar su realidad, ahora había madurado, pero nadie lo entendía, nadie lo sabía.

martes, 12 de abril de 2011

¿Tiempo sin Muerte? ¿Muerte sin Tiempo?

Por mucho tiempo un chico vio pasar, todos los días, a un cenizo y pequeño anciano, de larga barba blanca, contextura tísica, y que además no podía caminar sin dejar de apoyarse en un arrugado bastón de madera. El viejo sabio siempre subía hacia el tope de un risco, se sentaba al borde y gastaba hora tras hora jugando con la arena, pasándola de una mano a otra. Un día, el chico, impulsado por su juvenil intriga, se dirigió hacia la frágil figura y le preguntó qué es lo que hacía. El anciano, sin mirarlo, respondió: -Disfruto la vida-. El chico rió con desdén, -¿Cómo puede disfrutar la vida si la desperdicia siempre en este lugar?- dijo el muchacho sin dejar de reír. El pequeño hombre, concentrado en su empresa, continuó:-Eso tú lo piensas porque no entiendes lo que es la muerte-. El muchacho, ahora confundido por la respuesta, decidió sentarse. -Todo empieza con entender lo que es el destino, y todo lo puedes resolver con tus dos manos y un puñado de arena-, dijo el sabio. El chico solo miro sus extremidades con asombro, -¿Cómo?-. El viejo movió su bastón, enterró sus flacos dedos de su mano izquierda en la arena, tomó todo lo que pudo, la levantó boca a arriba y la cerró, -esto es el tiempo-, susurró sin quitar los ojos de su puño. Luego, en un movimiento lento, extendió su palma derecha bajo la mano llena de arena, -esta es la muerte- continuó. Dejó caer una hilacha continua del elemento, -Este es el paso del tiempo, cada vez más rápida, cada vez con menos peso, cada vez con menos fuerza-. Un minuto después, su mano izquierda se quedó vacía y  la derecha contenía una pequeña duna, -todo el mundo sabe que cuando el tiempo se acaba, cuando la arena deja de caer, la muerte está llena-, levantó ante los ojos del joven sus extremidades, -Pero casi nadie entiende que la arena no solo sirve para ser desechada hacia la muerte, sino que también sirve, para que un anciano entienda y disfrute su propia vida- explicó el hombre mientras depositaba la montaña de polvo en las manos del muchacho. –Mi tiempo ya se acabó, mi muerte se llenó, ahora tú, utiliza este puñado para empezar tu vida-, gritó aquel hombre mientras se esfumaba con el viento. Durante cien años el chico, ya hecho hombre, repitió el mismo rito aprendido de aquel anciano. En sus manos millones de vidas nacieron y murieron sin ser reconocidas, al igual que perecería su existencia, ya que nunca hubo un joven lo suficientemente valiente como para preguntar: -¿Qué es lo que haces?-. Ahora infinitas las vidas que nacen y mueren en esas manos llaman a su creador Dios.

domingo, 3 de abril de 2011

Leyenda sin Memoria, Beso sin Recuerdo


Cuenta una vieja leyenda, olvidada por el viento del pasado, que en un principio la Tierra era un desierto inhabitable. Un día dos inmortales, un hombre y una mujer, que cayeron por casualidad en el planeta, encontraron a un primitivo animal en agonía, los rayos del sol, que caían directamente en las rocas, lo habían quemado hasta dejarlos sin pelo ni piel y no existía elemento alguno que pueda refrescar sus llagas. Los inmortales tenían que tomar la decisión, salvarlo o dejarlo morir. Durante miles de años se esforzaron por mantener viva a la criatura, esfuerzo que desembocó en un amor irresistible, pero la exhaustiva tarea no les permitió conjurarlo: no les daba tiempo para tocarse. A pesar de que siempre estaban frente a frente, muy cerca, nunca pudieron besarse. En una ocasión, mientras conversaban, se dieron cuenta de que el animal, al que habían llamado Hombre, necesitaba desplazarse por el planeta, además de que ya había descubierto la manera de reproducirse, así que tenían que tomar la determinación de ser los protectores de la nueva especie o abandonarla a su suerte. Estaban consientes que para eso tenían que inmolarse totalmente a la tierra, y, con la sabiduría que solo un Dios tiene, lo hicieron de la mejor manera. Mar, la inmortal, fue la primera: entregó su cuerpo a la creación de los de la bóveda que contendría a los océanos y los ríos. Después vino Cielo el inmortal: se entregó al viento y a las estrellas, creando un subsuelo que cubra al Hombre de sol y su peligro. No se despidieron con más que una mirada, sin tocarse sin besarse, frente a frente. El Hombre, consciente del amor que había frustrado por su ínfima existencia, sacrificó el recuerdo de esta historia, todo para que Cielo y Mar se pudieran tocar. Es así que el hombre invento el acto más romántico de la existencia del Universo: creó al Atardecer. En su primera frase articulada lo califico como -El único momento en el día en que Mar y Cielo se dan un beso-. El pacto quedó sellado. Ahora el hombre ha olvidado esta historia, pero recuerda, desde siempre, que no existe mayor romance que el que nace del beso del sacrificio al Atardecer.

sábado, 26 de marzo de 2011

Especie sin Progreso

Unos minutos antes del descomunal fin del futuro, el Anciano Tiempo Aleph quiso dar un paseo por su propio rastro. El Hombre junto al Destino, se habían confabulado para acabar con sus vidas, por lo que Aleph le prestó principal atención a la humanidad en su recorrido. El Anciano Tiempo vio al hombre desde el momento que se irguió, pasó por cuando formó la familia, y cuando empezó matar a otros hombres con armas de alcance mundial. Vio, con ojos perplejos e inmutables, la historia, la política, la psicología, las religiones, y cuantas materias se crearon para explicar el comportamiento de esta especie. Lo analizó todo hasta llegar al momento donde empezó su retrospección: en la batalla final por la existencia, cuando el Hombre se encontró con el Destino en un campo de guerra. El Anciano Tiempo Aleph, antes de saber el desenlace, dio la espalda a la escena congelada, y, antes de dar el primer paso hacia el oscuro barranco, dijo: -el hombre ha evolucionado para ser primitivo-. Y se perdió en la profunda neblina.

Morir sin Mirarse, Vivir sin Conocerse

Un día, una despistada Estrella decidió poner atención a la tierra. Confundida, se dio cuenta que, tanto por la noche como en el día, los humanos las admiraban y necesitaban: con su brillo se enamoraban, bajo su cobijo ellos soñaban, con su estela ellos deseaban  y bajo su calor ellos vivían. Esto era raro, ya que la Estrella siempre pensó que, ella y sus hermanas, tan solo eran bolas de fuego capaces de destruir. Muy indecisa, la Estrella decidió morir para renacer en la tierra. Cuando llegó, lo primero que hizo fue mirar hacia la noche, era hermoso lo que veía, sus hermanas tiritaban, bailaban, por primera vez vibraban de vida. Después de horas de ese espectáculo, la Humana estrella, se dio cuenta que faltaba algo; los humanos, por los que antes sintió curiosidad, no estaban, desesperada los busco por todo el planeta -sin ellos ¿Quién las admiraría?-. Después de varios años la estrella volvió a mirar al cielo: era lo mismo de la primera vez. Se dio cuenta que nunca había visto la mañana, que nunca había sentido el calor del fuego estelar, que el Sol nunca había salido en ningún horizonte visitado… Se dio cuenta de que ella era el Sol. Esa misma noche la Humana estrella murió de su propia falta.

Sin Tiempo la Esperanza de un Desconocido sin Futuro

Una vez, un hombre que había estado buscando un tesoro durante varios años, cansado de pasar innumerables avatares y de no saber lo que en el camino le esperaba, se sentó en una roca aledaña, con las piernas cansadas, abanicándose con su sobrero de paja, meditó por un momento, y se dijo: -desde hoy nada más que el conocido y predecible pasado veré en el horizonte-, años más tarde, el hombre, se dio cuenta que, de tanto caminar salteando lo impredecible, nunca existió, y que el tesoro, del que solo él conocía, se había perdido para siempre.