sábado, 10 de diciembre de 2011

SiDueléctreMalí

La última vez que se miró fue en el momento que le escupió soledad al abismo. También fue la última vez que pudo escuchar el susurro del silencio de las babosas alas, aquellas insertadas en las espaldas de los caracoles voladores que escapaban del fondo, como intuyendo el final de aquel sueño. El último que recordaría.
Al abrir los ojos estaba en la silla, y antes de poder saber si en realidad había despertado, un impulso eléctrico en su columna lo volvió a dormir.
Los malditos caracoles regresaron al abismo. Ahora él mismo era un caracol atraído por la oscuridad, en medio de un fuerte silencio. El sueño y la realidad habían terminado, solo existía el hoyo que todo lo mira. Solos quedaba el barranco de luz.