La Luna plantó una blanca sonrisa en el cielo nocturno. Las estrellas, sus fieles compañeras, le preguntaron la razón de su intensa felicidad. A lo que ella respondió levantando la mirada hacia el reflejo de luz en el oscuro espacio. Nostálgica, pero segura, abrió la boca y refiriéndose al horizonte dijo: -ya te soñé, ahora solo me falta conocerte-. Y así, una vez más, el astro se volvió a ocultar, esperando encontrarse con su amor eterno, esperando emocionada ver nuevamente al Sol.
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