sábado, 26 de marzo de 2011

Morir sin Mirarse, Vivir sin Conocerse

Un día, una despistada Estrella decidió poner atención a la tierra. Confundida, se dio cuenta que, tanto por la noche como en el día, los humanos las admiraban y necesitaban: con su brillo se enamoraban, bajo su cobijo ellos soñaban, con su estela ellos deseaban  y bajo su calor ellos vivían. Esto era raro, ya que la Estrella siempre pensó que, ella y sus hermanas, tan solo eran bolas de fuego capaces de destruir. Muy indecisa, la Estrella decidió morir para renacer en la tierra. Cuando llegó, lo primero que hizo fue mirar hacia la noche, era hermoso lo que veía, sus hermanas tiritaban, bailaban, por primera vez vibraban de vida. Después de horas de ese espectáculo, la Humana estrella, se dio cuenta que faltaba algo; los humanos, por los que antes sintió curiosidad, no estaban, desesperada los busco por todo el planeta -sin ellos ¿Quién las admiraría?-. Después de varios años la estrella volvió a mirar al cielo: era lo mismo de la primera vez. Se dio cuenta que nunca había visto la mañana, que nunca había sentido el calor del fuego estelar, que el Sol nunca había salido en ningún horizonte visitado… Se dio cuenta de que ella era el Sol. Esa misma noche la Humana estrella murió de su propia falta.

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